Examen del abdomen
En
el abdomen se ubican distintas vísceras, entre las que destacan el hígado y
vías biliares, gran parte del tubo digestivo; el bazo; riñones, uréteres, vejiga;
glándulas suprarrenales; además, en la mujer: útero, trompas de Falopio y
ovarios y, en el hombre, la próstata. Cada una de estas estructuras tiene una
ubicación y tamaño, desempeña funciones y es fuente de alteraciones y
enfermedades. El detalle conviene revisarlo en textos de anatomía y
fisiopatología.
El
examen mismo conviene efectuarlo en dos etapas:
A. Un examen general
B. El examen de las vísceras, propiamente tal
Se
debe tener el cuidado de incluir las regiones inguinales. Además, se puede
complementar con el examen rectal y el ginecológico.
Referencias anatómicas:
Algunos
puntos de referencia, son:
- los rebordes
costales
- el apéndice
xifoides
- el ombligo
- las espinas
ilíacas ántero-superiores en cada lado
- las regiones
inguinales
- el borde
superior del pubis
División del abdomen por cuadrantes:
Se
trazan dos líneas imaginarias perpendiculares que pasan por el ombligo. De esta
forma se delimitan cuatro cuadrantes:
- superior derecho
- superior
izquierdo
- inferior derecho
- inferior
izquierdo
División del abdomen en nueve sectores:
Se
trazan dos líneas verticales y dos horizontales. Las dos primeras son la
continuación de las líneas medioclaviculares que se prolongan hacia abajo hasta
los lados del pubis. De las dos líneas horizontales, una pasa por el reborde
costal (aproximadamente la 10ª costilla), y la otra pasa por las crestas
ilíacas ántero-superiores. Se constituyen así nueve sectores (entre paréntesis
se indican las estructuras intra-abdominales que se ubican en esos sectores):
en el tercio más alto:
-
hipocondrio derecho (lóbulo hepático derecho, vesícula biliar, parte del
riñón derecho, glándula suprarrenal, ángulo hepático del colon).
- epigastrio (estómago, duodeno, páncreas, parte del hígado, aorta, vena
cava inferior)
- hipocondrio izquierdo (bazo, cola del páncreas, ángulo esplénico del
colon, polo superior del riñón izquierdo, glándula suprarrenal)
en el tercio medio:
-
flanco derecho
(parte del riñón derecho y del colon ascendente)
- región umbilical (porción inferior del duodeno,
- intestino
delgado, aorta, vena cava inferior
-flanco izquierdo (parte del riñón izquierdo y del colon
descendente)
fosa ilíaca derecha
(ciego, apéndice, extremo inferior del íleon, ovario, desembocadura del uréter,
canal inguinal)
- hipogastrio (útero, vejiga, colon sigmoides)
- fosa ilíaca izquierda (colon sigmoides, ovario, desembocadura del
uréter, canal inguinal)
En la
pared posterior del abdomen se reconocen fundamentalmente las regiones lumbares (se extienden desde
las últimas costillas hasta las crestas ilíacas). El tercio superior de los
riñones queda a la altura de las costillas flotantes (11 y 12).
Irradiación
de los dolores:
Conviene
tener presente dónde se proyecta el dolor que se genera en distintas
estructuras. Algunos ejemplos son los siguientes:
- de la
vesícula: en el hipocondrio derecho, pero también en epigastrio
- del estómago y
duodeno: en el epigastrio y, eventualmente, en la región umbilical. Una
úlcera penetrante hacia el retroperitoneo puede generar dolor en la región
lumbar.
- del bazo: en el
hipocondrio izquierdo
- del intestino
delgado: cólicos intestinales provenientes del intestino delgado producen
dolor en la región umbilical o en todo el abdomen
- del colon:
cólicos intestinales provenientes del colon producen dolor en el
hipogastrio o en todo el hemiabdomen inferior; las diverticulitis del
colon descendente producen dolor en la fosa ilíaca izquierda y el flanco
izquierdo; las apendicitis duelen de preferencia en la fosa ilíaca
derecha.
- del riñón:
duele especialmente en la fosa lumbar correspondiente, pero también el
dolor puede tener una irradiación hacia el flanco correspondiente. Si el
dolor se genera del uréter (por ejemplo, por una litiasis), el dolor se
irradia hacia la región inguinal y genitales externos.
- vejiga:
molesta en el hipogastrio. A veces, se presentan dolores irradiados. Por
ejemplo:
- una neumonía
basal puede proyectar dolor hacia el hipocondrio del mismo lado
- un infarto
agudo de la cara inferior del corazón puede doler en el epigastrio
- un herpes
zóster intercostal, a veces se asocia a dolores referidos al abdomen
- un
neumoperitoneo o un proceso anexial, puede proyectar dolor a un hombro.
Examen del abdomen.
Aspectos
que conviene tener presentes al realizar el examen:
- colocar al
paciente en decúbito dorsal
- examinar por
el lado derecho (pero conviene tener la capacidad de examinar por ambos
lados)
- disponer de
una iluminación adecuada
- tratar de no
tener las manos ni el instrumental fríos
- pedir al
paciente que se relaje (tener una delicadeza especial en personas que sufren
de cosquillas)
- exponer el
abdomen en forma amplia de modo de efectuar una buena observación (desde
la parte baja del tórax hasta las regiones inguinales). Conviene tener
cuidado por el pudor del paciente, pero sin dejar de examinar en forma
adecuada.
- no olvidar de
examinar las regiones inguinales
- las zonas
dolorosas conviene examinarlas al final
Inspección.
Conviene
fijarse en lo siguiente:
- la forma del
abdomen
- identificar
áreas más prominentes o asimétricas
- cicatrices
- hernias
- lesiones de la
piel
- presencia de
circulación colateral
- latidos
- los movimientos
respiratorios: lo normal es que con la inspiración se produzca un
abombamiento del epigastrio al descender el diafragma. En algunas
insuficiencias respiratorias, el diafragma no se contrae y es arrastrado
hacia el tórax en la inspiración, con lo que el abdomen en vez de
“abombarse” se deprime: esto se conoce como respiración paradojal.
La
forma del abdomen puede ser diferente. Esto depende de la edad, de la
relación entre el peso y la talla, de la constitución del cuerpo, de lo atleta
o sedentaria que sea la persona y de alteraciones que puedan existir: tumores,
ascitis, meteorismo (gas aumentado en el intestino). Normalmente tiene una
forma redondeada o plana. En personas delgadas y en decúbito dorsal se aprecia
un abdomen excavado (escafoide o cóncavo). Si se aprecia abultado
se habla de un abdomen globuloso o prominente. Cuando en decúbito
supino el abdomen impresiona que se "rebalsa" hacia los lados se le
llama en alforjas; si estando de pie, se aprecia un gran pliegue que
cuelga del hemiabdomen inferior se llama en delantal.
La
presencia de tumores o masas es otra importante observación. El aumento de
volumen por un útero grávido es algo bien conocido. Algo parecido, pero localizado
en el hipogastrio, ocurre con una vejiga distendida que no puede vaciarse (globo
vesical). Una gran esplenomegalia podrá dar un abultamiento en el cuadrante
superior izquierdo; una hepatomegalia, en el cuadrante superior derecho.
En
ocasiones se ven estrías de distensión que corresponden a rotura de
fibras elásticas de la piel. Se encuentran en los flancos y partes bajas del
abdomen. Se ven en mujeres que han tenido embarazos y en obesos que han bajado
de peso y son de color blancas. A veces, se encuentran estrías de color
púrpura las que en el contexto de una obesidad de predominio central e
hipertensión arterial, pueden ser manifestación de una enfermedad de Cushing.
En
hemorragias que afectan el retroperitoneo (por ejemplo, en una pancreatitis
grave), pueden aparecer equímosis en la región umbilical (signo de Cullen)
o en los flancos (signo de Turner).
En
cuadros de obstrucción intestinal, especialmente en personas delgadas, es
posible ver los movimientos peristálticos de las asas intestinales.
El
ombligo normalmente es umbilicado (hundido) o plano. Cuando existe ascitis se
puede ver evertido (protruye hacia afuera). Una onfalitis es una
inflamación del ombligo que se manifiesta por enrojecimiento y secreción.
La
distribución del vello pubiano es diferente en el hombre que en la mujer. En el
primero tiene una distribución romboidal, llegando hasta el ombligo. En la
mujer es de tipo triangular (ginecoide), sin extensión del vello hacia el
obligo. Esta distribución se altera en algunas enfermedades (por ejemplo, en
los hombres con cirrosis hepática tiende a adquirir una distribución ginecoide)
Auscultación.
Lo
que se trata de auscultar son ruidos que derivan de la movilidad del intestino
y posibles soplos vasculares. Se efectúa antes de la percusión y la palpación
ya que éstas pueden alterar los ruidos intestinales o ruidos
hidroaéreos. La auscultación debe ser metódica y cubrir los distintos
cuadrantes del abdomen.
Mediante
la práctica, es necesario familiarizarse con las características de los ruidos
intestinales para poder distinguir cuándo están normales, aumentados o
disminuidos. Por ejemplo, en las diarreas están aumentados en frecuencia e
intensidad (es conocido el "ruido de tripas" de las personas en estas
situaciones); en obstrucciones intestinales en que el intestino lucha por
vencer una obstrucción (íleo mecánico), los ruidos intestinales tienden
a ser más frecuentes y con un tono elevado (es necesario haberlo escuchado para
"grabárselo" en la mente); en parálisis intestinales (íleo
paralítico), los ruidos están ausentes. En estos casos conviene escuchar
durante un rato prolongado antes de sacar conclusiones.
Otros
ruidos que es posible escuchar tienen relación con situaciones en las que se
acumula mucho líquido mezclado con gas, ya sea en el estómago o en el
intestino. Esto puede ocurrir en obstrucciones de la salida del estómago (síndrome
pilórico) o en parálisis u obstrucciones intestinales (cuadros de íleo):
si se sacude al paciente teniendo la membrana del estetoscopio apoyado en el
abdomen es escuchan ruidos semejantes a los que se producen al agitar un tonel
parcialmente lleno de líquido. Esta característica se llama bazuqueo
gástrico, cuando es por síndrome pilórico, y ruidos de sucusión
intestinal, cuando se relaciona con un íleo (pero en la práctica, la
mayoría de los médicos generalizan y hablan de ruidos de bazuqueo). A
veces estos ruidos se escuchan como algo normal si la persona ha ingerido
recientemente una bebida o un vaso de agua. También se podrían escuchar, a
veces, en cuadros de diarrea, como un fenómeno pasajero, sin que tenga las
implicancias de una obstrucción intestinal.
Otros
ruidos que se pueden auscultar son soplos por flujos turbulentos dentro de las
arterias:
- en relación a la
aorta abdominal o por irradiación desde el corazón: se auscultan en la
línea media del epigastrio
- en relación a
una estenosis de una arteria renal: en el epigastrio, pero un poco lateral
a la línea media, o en las regiones lumbares (ángulo costo-lumbar); esta
es una maniobra que puede rendir especialmente en pacientes hipertensos
(pero es poco frecuente de encontrar).
- otros soplos:
por estenosis de arterias ilíacas (por debajo del ombligo, lateral a la
línea media) o de arterias femorales (en las regiones inguinales).
En
mujeres embarazadas se pueden auscultar los latidos cardíacos fetales a
partir de las 16 a 18 semanas. Se escuchan mejor con una corneta especial que
usan los obstetras y matronas o mediante dispositivos con amplificación.
Percusión.
Percusión.
Normalmente
al percutir el abdomen se escuchan ruidos sonoros que reflejan el contenido de
aire en el tubo digestivo.
Frente
a un abdomen distendido, la percusión puede ayudar a diferenciar si la
distensión es por acumulación de gas (meteorismo), líquido en el
peritoneo (ascitis), o un aumento de volumen anormal (tumor, globo
vesical, útero miomatoso, etc.).
La
forma de interpretar estos sonidos es la siguente:
- si el problema
es acumulación de gas en el intestino: se escucha hipersonoridad o
timpanismo
- si el paciente
tiene acumulación de líquido en el peritoneo (ascitis), se recurre
a las siguiente maniobras: -la que más rinde es cambiar de posición a la
persona, de un decúbito lateral al opuesto, y
vice-versa:
en cada posición se busca en cada flanco el límite entre lo sonoro (donde
todavía hay aire) y lo mate (donde predomina el líquido). Como se comprenderá,
al estar la persona hacia un lado, en el lado que está abajo se tiende a
acumular líquido y en el de arriba se encuentran ruidos sonoros; al cambiar de
posición, se invierte la situación. Si se tuvo la precaución de hacer una
pequeña marca con un lápiz del límite sonoro-mate, se verá un desplazamiento.
Esto se conoce en la jerga médica como matidez desplazable. Si la
diferencia entre una marca y otra en uno u otro lado es mayor de 4 cm, sería
significativo como para pensar que existe ascitis. En un cuadro de íleo
paralítico, en que se acumula líquido en las asas intestinales, también se
puede encontrar matidez desplazable. En este caso, se deben considerar otros
aspectos clínicos para hacer el diagnóstico diferencial.
-
otras maniobras, pero menos confiables para detectar ascitis, son:
- percutir estando
la persona en decúbito dorsal: el área de sonoridad se tiende a concentrar
en la región más central del abdomen y el líquido se reparte en la
periferia.
- efectuar un
pequeño golpe en un flanco para producir "ondulaciones" del
líquido y ver si se propagan hacia el otro flanco; para evitar que lo que
"ondule" sea el tejido adiposo de la pared abdominal, se coloca
el canto de una mano en la línea media del abdomen. La propagación de
estas ondas constituyen el signo de la ola. No es un signo
confiable.
- si el problema
es un útero aumentado de volumen o una vejiga distendida (globo vesical)
se encuentra una matidez en el hipogastrio que tiene una curvatura hacia
arriba siguiendo la forma de la víscera dilatada
- la percusión
también se usa para delimitar vísceras como el hígado (se verá más
adelante).
-
Palpación.
Palpación.
Se
comienza efectuando una palpación superficial mediante la cual se buscan
puntos dolorosos y se evalúa si la pared abdominal es depresible. Cuando existe
resistencia muscular, puede ser voluntaria o involuntaria. En el primer caso
puede deberse a tensión nerviosa, temor a sentir dolor, frío o cosquillas. Es
necesario tranquilizar al paciente y solicitarle que se relaje. El examinador
debe poner su antebrazo y mano en posición horizontal, y los dedos van
examinando ejerciendo una presión suave y uniforme. Se recorre el abdomen en
todos sus cuadrantes teniendo presente qué se puede llegar a palpar en cada
sector de acuerdo a la anatomía normal.
A
continuación se efectúan una palpación profunda mediante la cual se
identifican con más detalles las estructuras intraabdominales. Es frecuente que
se pueda desencadenar una molestia al presionar sobre el ciego, colon sigmoides
o la aorta. Si se repite la palpación con más cuidado es posible que la
molestia no ocurra. La palpación profunda se puede efectuar con una o las dos
manos. En esto influye mucho la experiencia que el examinador se haya ido
formando y finalmente lo que a él le resulte mejor.
Un
examinador delicado trata de provocar el menor dolor posible, sin perder
información necesaria para el diagnóstico.
Si
se siente una masa, se debe precisar:
- localización
- tamaño
- forma
- consistencia
- si es sensible a
la palpación
- si tiene latido
- si se desplaza
al palparla o con la respiración
- si forma parte
de una víscera
Finalmente,
con la información recogida, se trata de interpretar a qué corresponde: ¿una
vesícula inflamada? ¿un globo vesical? ¿una esplenomegalia? ¿un aneurisma de la
aorta? etc.
Ocasionalmente
podría ocurrir que se palpa algo, pero no queda claro si forma parte de la
pared abdominal o es intra abdominal. Una maniobra que ayuda a hacer esta
diferenciación es pedir a la persona que se intente sentar mientras uno está
palpando la masa: si es de la pared se sigue palpando más o menos igual y si es
intra abdominal, tiende a palparse menos o desaparecer.
Puntos dolorosos:
Cada
afección duele en sitios específicos. Algunos de ellos son:
- apendicitis: lateral al
punto medio de una línea imaginaria entre el ombligo y la espina ilíaca
ántero-superior
- colecistitis
aguda:
bajo el reborde costal derecho, lateral al borde externo del músculo recto
abdominal
- diverticulitis: duele en el
cuadrante inferior izquierdo o la fosa ilíaca y el flanco izquierdo
Las
peritonitis se deben a una irritación del peritoneo. Con frecuencia se
deben a la perforación de una víscera hueca (por ejemplo, como complicación de
una apendicitis o por perforación del intestino). Puede ser localizada o
difusa, según el proceso logre ser contenido o no.
El
abdomen en estas condiciones es muy sensible y una palpación suave es capaz de
desencadenar dolor. Incluso, las sacudidas que se producen al percutir el
abdomen desencadenan dolor. También cuando el paciente tose. Se encuentra un
signo que tiende a ser bastante característico que consiste que después de
presionar el abdomen y soltar bruscamente, la persona experimenta un intenso
dolor. Este es el signo de Blumberg. Duele más al retirar la presión que
al ejercerla.
Examen de las vísceras abdominales:
Hígado:
El hígado
se ubica preferentemente en la región del hipocondrio derecho, pero su lóbulo
izquierdo se proyecta al epigastrio.
Al
examinarlo se determina:
- su límite
superior
- el borde
inferior
- la proyección
hepática (o sea, la distancia entre el límite superior y el borde
inferior, lo que da una idea de su tamaño)
Determinación del límite
superior del hígado: se efectúa fundamentalmente mediante
percusión. Se percute a nivel de la línea medio clavicular, desde los
pulmones (área sonora) hacia el hígado. En el punto que el sonido cambia
de sonoro a mate se ubica el límite superior del hígado. Esa ubicación se
precisa contando el estacio intercostal correspondiente partiendo desde el
segundo espacio intercostal (que está a la altura del ángulo de Louis)
hacia abajo. Lo normal es que esté a nivel del quinto espacio intercostal
derecho, en la línea medio clavicular.
- De lo anterior
se puede ver que el hígado en contacto con la pared abdominal da una
“matidez”. Este signo podría no encontrarse si se interpone un asa de
colon entre el hígado y la pared. También se pierde la “matidez hepática”
en cuadros de pneumoperitoneo en que entre aire a la cavidad
peritoneal (por ejemplo, en una perforación gástrica o intestinal).
Determinación del borde inferior del
hígado: seefectúa
mediante la palpación. Estando el paciente en decúbito dorsal, se va con la
mano al encuentro del borde inferior al momento que el paciente efectúa una
inspiración. Algunas personas prefieren palpar con la punta de sus dedos, con
la mano en dirección al tórax. Otros lo hacen "enganchando" el borde
inferior con la mano en dirección al abdomen y los dedos flectados. Conviene
partir palpando unos cuantos centímetros por abajo del reborde costal e ir
subiendo hasta lograr sentir el borde inferior (si el hígado fuera muy grande y
no se palpó suficientemente bajo, podría no captarse el borde inferior).
Al
mismo tiempo de palpar el borde inferior del hígado se aprovecha de precisar
otras características:
- cuántos
centrímetros se proyecta por debajo del reborde costal
- qué consistencia
tiene el hígado (lo normal es que sea blando y elástico; los hígados
cirróticos son más duros)
- cómo es el borde
(lo normal es que sea redondo; un hígado cirrótico puede ser más cortante)
- en el caso de
hígados que se proyectan varios centímetros bajo el reborde costal, y en
personas delgadas, podría llegara ser posible palpar la superficie de la
víscera (lo normal es que sea liso; hígados cirróticos o tumorales podría
tener una superficie algo irregular o nodular)
- crecimiento
lóbulo izquierdo hacia el epigastrio
- Es frecuente que
el borde inferior del hígado no se logre palpar, especialmente en personas
con sobrepeso. Cuando la palpación es positiva y el hígado es normal, se palpa
de consistencia blanda pero bien definida, y la maniobra no es dolorosa.
En algunas enfermedades estas características cambian, por ejemplo:
- en la cirrosis
hepática el borde es más cortante y la consistencia es más dura
- si fuera un
hígado tumoral, se podría encontrar grande, firme y nodular.
- si se trata de
un paciente con insuficiencia cardiaca, se puede llegar a palpar un borde
redondo, blando y podría ser algo sensible a la palpación
- en cuadros de
hepatitis aguda muchas veces se logra palpar el borde inferior blando y
doloroso a la palpación.
- una variante
anatómica que se considera normal es el lóbulo de Riedel que
consiste en una lengüeta del lóbulo derecho del hígado que desciende hasta
al cresta ilíaca.
Proyección
hepática: el la altura del hígado determinada por la diferencia entre el límite
superior y el borde inferior; se expresa en centímetros. Lo normal es que la
proyección hepática sea de 10 a 12 cm. Valores superiores estarían reflejando
una hepatomegalia. Una consideración respecto a esta medición es tener presente
que si el límite superior se determinó estando el paciente en espiración y el
borde inferior estando en inspiración, artificialmente estaríamos aumentando el
tamaño del hígado.
Respecto
a la vesícula biliar, normalmente no se palpa. Cuando se inflama (colecistitis),
el signo cardinal es el dolor que aumenta con la palpación (signo de Murphy
positivo). En estados más avanzados el proceso inflamatorio lleva a una
reacción local de los tejidos vecinos y se forma un plastrón vesicular.
En estos casos se palpa una masa subcostal, dolorosa, de límites difíciles de
precisar. Incluso, puede ser difícil de diferencia de un tumor de la vía
biliar. A veces la vesícula está dilatada por obstrucción del conducto cístico
o a nivel del bacinete por un cálculo y se palpa como una “pera” (hidrops
vesicular). Una palpación parecida podría ocurrir si existe una obstrucción
a nivel de la ampolla de Vater por un tumor (signo de Courvoisier):
estas vesículas habitualmente no duelen y el paciente está ictérico.
Examen del bazo:
El
bazo también se explora mediante la percusión y la palpación. Se encuentra bajo
la parrilla costal, entre la 6ª y la 10ª costilla, a nivel de la línea medio
axilar, en una posición oblicua. Lo habitual es pedir al paciente que respire
profundo e ir al encuentro del polo inferior con la punta de los dedos (con la
inspiración se contrae el diafragma y el bazo desciende). Normalmente no se
palpa en adultos, salvo excepciones. Esto hace que cuando es posible palpar el
polo inferior se piense que existe una esplenomegalia. En distintas
condiciones se puede presentar un bazo grande: hipertensión portal (que
determina una congestión venosa), tumores (ej.: linfoma, leucemia mieloide crónica),
infecciones (ej.: endocarditis bacteriana, fiebre tifoídea), hemólisis
crónicas, etc
Cuando no
es posible palpar el polo inferior, se puede recurrir a la percusión del “área
esplénica” a nivel de la línea medio axilar, percutiendo un poco por delante y
por detrás, en la región costal baja. Si se pesquiza una matidez que se
proyecta por delante de la línea axilar anterior, se estima que el bazo puede
estar grande. Indudablemente si se palpa el borde inferior es más confiable
como signo de esplenomegalia que la percusión.
Si el bazo
no se logra palpar en decúbito dorsal, se puede recurrir a poner al paciente en
decúbito lateral derecho (se le pide que flecte un poco su pierna izquierda y
relaje la pared abdominal). En esa posición (conocida como posición de
Shuster), y ubicándose por detrás del enfermo, se intenta “enganchar” el
polo inferior del bazo durante una inspiración profunda.
Examen de
los riñones.
Se ubican
en la parte más posterior del abdomen (en el retroperitoneo). Se examinan
mediante la palpación. Generalmente no se logran palpar, salvo en personas
delgadas. El riñón derecho se ubica un poco más bajo que el izquierdo y su polo
inferior tiene más posibilidades de palparse (el resto de los riñones queda
bajo la parrilla costal).
Cuando alguno de ellos está aumentado de tamaño es más factible que se pueda
palpar (por ejemplo, en hidronefrosis, riñón poliquístico, tumor renal, etc.).
Para examinarlos, el examinador trata de palparlos poniendo una mano bajo la
región lumbar y la otra sobre el flanco: se ejerce presión entre las dos manos
y se trata de sentir si se interpone una “masa” compatible con el polo inferior
de alguno de los riñones. La posición de las manos depende del lado que se
ubique el examinador. Se habla que la “masa” tiene contacto lumbar
cuando al empujar hacia arriba, el movimiento se transmite hacia la mano
superior. Este signo es bastante propio de los riñones.
Palpación
de la aorta.
Se logra
palpar en personas de contextura delgada o cuando está muy dilatada. Lo que es
más frecuente es sentir un latido en la región del epigastrio. El diámetro
normal de la aorta no supera los 3 cm (en promedio, 2,5 cm). Para delimitar su
diámetro se palpa primero la aorta por un borde y luego por el otro, o con las
dos manos se aprecia la distancia de un borde al otro. Esta pesquisa es más
importante en personas mayores de 50 años ya que con los años aumenta la
posibilidad de encontrar un aneurisma. Si se sospecha un problema de este tipo,
conviene solicitar una ecotomografía para definir mejor las características de
la aorta.
Movilidad de la masa
Deplazamiento
hacia abajo
Higado,bazo
o rinones
Ciertas movilidad
Tumors gastricos
Muy poco
moviles
Lesions colon
ascendente y descendete
Fijacion
Liquido cavidad peritoneal
Metodo onda
liquida
Matidez cambiante
movible
Preuba de
la regal
Percussion
Maniobra del
peloteo
Higado aumentado
de tamano
Cirosis carcinoma
metastasis congestive
Vesicular biliar
aumentado de tamano
Palpacion colestitis
aguda
Obtruccion
maligna via biliares
Bazo aumentado
Esplenomegalia
hiperesplenismo
Rinon aumentaddo
Neoplaia
Hidronefrosis
Diferencia:
bazo rinon